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miércoles, 31 de agosto de 2011

Ceguera

Arturo Ugarte

Estudiante de licenciatura en relaciones internacionales (Westhill)


Son muchas las encuestadoras en México así como también lo son los temas diversos que se hablan en ellas. Mirando más hacia lo político, las encuestadoras juegan  un papel muy importante en dos sentidos: 1) son un instrumento que podría utilizarse como campaña y para incentivar a la gente. Es decir, de acuerdo a la teoría participativa, entre más reñida esté una elección, más incentivos tiene la gente a emitir un voto, pues podrá con él marcar una diferencia entre los diferentes proyectos; por el contrario, si las encuestadoras marcan elecciones poco reñidas, se convierten entonces en un elemento de campaña y para legitimar la victoria del ganador. 2) Las encuestas pueden mostrar a los partidos políticos que han errado el camino y que deben reformular la estrategia para conectar con la gente. El tema nace importante en estos días por la incapacidad de los partidos –hablando específicamente del PRD- de aprender de su pasado. Pondré dos ejemplos:
 
                En  2006, el candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador, confió en las encuestas hasta que éstas no mostraron una ventaja a su favor. Uno de sus principales errores fue la descalificación de ellas y el argumentar que no eran confiables. En vez de ser un llamado de atención para retomar una campaña más feroz, fue un instrumento en su contra: las personas que no querían que llegara Andrés Manuel López Obrador vieron ahí los incentivos para votar por el PAN, al ver que los votos que ejercieran a favor del PRI no marcarían una gran diferencia. Los electores del PRD, confiados en que las encuestas estaban erróneas, no tomaron cartas en el asunto. El resultado fue el que todos ya conocemos.

 
                En el Estado de México las encuestadoras también jugaron un papel muy importante. A mi punto de vista, éstas podrían explicar el ausentismo y la poca participación. Las personas, al ver que un voto por el PRD o por el PAN no haría una gran diferencia en el resultado, es decir, un voto no podría remontar una ventaja de 40% o 50%, prefirieron no salir a votar.

                El periódico Reforma (4/VIII) publicó una encuesta en la cual en el DF, que es actual joya de la corona perredista, la virtual ganadora el día de hoy sería Beatriz Paredes del PRI con un 52%, 50% y, en el caso más bajo,  47% de las preferencias (según los otros contendientes). Tal vez sea un efecto de reconocimiento, pues la gente tiene más presente a Beatriz Paredes que a muchos otros políticos como Carlos Navarrete, Mario Delgado o Martí Batres. También hay que tomar en cuenta que la campaña no  ha empezado, pero justamente a raíz de los resultados del Estado de México se esperaría que el PRD tomara cartas en el asunto; sin embargo, las declaraciones de Manuel Oropeza, líder del PRD en el DF, son muy desalentadoras: el camino más fácil para ellos fue el negarlo y poner en duda la credibilidad de la encuesta, que dicho sea de paso, la misma encuestadora avecinaba lo que pasaría en el Estado de México y acertó. Mitovsky (VI/11) daba una encuesta en la cual por partido el PRD sería el virtual triunfador, con 35% sobre un 29% para el PRI, es decir, un 6% de diferencia totalmente manejable. A diferencia del PRD, el PRI  ha empezado a divulgar que una posible candidata al DF sería Beatriz Paredes, es decir, vieron la oportunidad con la encuesta y siguen trabajando en ella.

              La cuestión es crucial: en un artículo de antes de las elecciones en el Estado de México (http://esferapublicadigital.mx/colaboradores/arturo-padilla.html ) traté de hacer un análisis del PRD al día de hoy; mi conclusión: están en problemas. En resumen, el PRD está perdiendo presencia en los estados que conocíamos como suyos: Chiapas no pinta en el plano, Michoacán y los problemas actuales (y hoy las encuestas dan una ventaja al PRI), Guerrero que no hubieran ganado sin la declinación del PAN, Oaxaca y Sinaloa con coalición y el DF con estos resultados, además de la pérdida de sus zonas de influencia dentro de los estados, como por ejemplo la zona conurbada oriente del Estado de México.

                La lección debería ser clara, el futuro del PRD depende de su capacidad de ver la realidad. Su permanencia depende de atender la ceguera que tienen y regresar a la competitividad. Las elecciones no se ganan desconociendo los resultados no favorables, al contrario, eso le ha dañado mucho.  El PRD debería dejar de anotar en su contra y empezar a jugar a su favor: ya que conocen que la situación es crucial, debería trabajar en ella. En vez de descalificar, aceptar que algo va mal. En vez de dudar, actuar. En vez de negarse a ver la realidad, trabajar en ella para que cambie. En vez de confiarse de su poder en el DF y en que podrá impugnar cualquier resultado, asegurarse que realmente permanecerán ahí. Porque la injusticia no es hacia ellos, sino hacia las personas que siguen creyendo, confiando y teniendo fe en una opción y proyecto de izquierda. El PRD debe terminar con la lógica simplista y retomar un discurso que sea creíble para la gente: en vez de gastar las fuerzas en el discurso que ya pocos creen (y se ve en los resultados electorales) de una regresión, deberían utilizar la coyuntura política para dar un proyecto que convenza a la gente a votar por ellos. Quedan once meses hacia las elecciones, así que aún hay tiempo de rectificar.
 

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