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domingo, 7 de agosto de 2011

“Gasolinazo”



(Estudiante de RRII por la Universidad Westhill)

Las dudas siempre han estado presentes, las críticas también. Veo con tristeza cómo se polariza a la gente acerca de los temas que más duelen, pero más se deberían de discutir. La audacia política mexicana, podría decir también mundial, se relaciona con lo electoral y no con lo estratégico. Las medidas benéficas a largo plazo, generalmente, no son tomadas en cuenta al momento de emitir un voto; sin embargo, son necesarias. Las medidas perjudiciales al principio y estratégicas al futuro son –probablemente- ignoradas, pues traen un costo político. La actual presidencia podría mostrar su audacia política y tomar una decisión contundente para el futuro y se vislumbra que así lo hará.

Mes con mes se desata el problema. Los medios de comunicación discuten y pelean y critican al llamado “gasolinazo”: el aumento de ocho centavos mensuales al precio de la gasolina. Revisando la red, me di cuenta que la gente percibe esto como un robo organizado por los círculos más cercanos de Calderón. Lo que no saben es que el precio de la gasolina lo regula el mercado internacional, no Ernesto Cordero ni Felipe Calderón. Lo único que se está haciendo es eliminar el subsidio, que según la OCDE, México destinará alrededor de 230 mil millones de pesos al subsidio de la gasolina, el gas LP, diesel y electricidad en 2011, es decir, más del presupuesto de la Secretaría de Salud. En México un cuarto  de los ingresos anuales por concepto de ISR se utiliza para pagar el subsidio a la gasolina (en el primer semestre de 2010, la recaudación de ISR, según la Secretaría de Hacienda, fue de 326 mil 52 millones de pesos).

Durante mucho tiempo la venta de gasolina fue un factor de recaudación de impuestos, pues el precio de la gasolina en México estaba congelado. A raíz de 2009, el precio de la gasolina se está adecuando a niveles internacionales (que muchas veces ha sido menor al que hemos pagado en México, por eso se podía recaudar). Pero ante las condiciones después de la crisis económica de 2008, se deben tomar nuevas medidas.

La medida de aumentar gradualmente en ocho centavos el precio de la gasolina es una recomendación de la OCDE, ya que gran parte de los impuestos, que deberían ser destinados para causas más importantes, se desperdician en medidas de transporte. Aparte de esto, el subsidio a las gasolinas incentiva el uso del coche particular sobre el transporte público, lo cual hace que colapse nuestro poco eficiente sistema de caminos. Probablemente el dinero que se utiliza para subsidiar la gasolina podría utilizarse para mejorar el sistema de transporte público, sobretodo en la ciudad de México, donde está demostrado que los segundos pisos no son suficientes y la opción de terceros pisos probablemente tampoco lo serán. Aparte, el incentivar el uso de coches particulares y el construir segundos pisos -de paga en el caso del Estado de México- son medidas clasistas (como dice una frase que escuche de un vecino aquí en el Estado de México: los ricos por arriba y los pobres por abajo)

Pero lo más importante de desincentivar el uso del coche particular tiene que ver con las cuestiones ambientales. La ciudad de México tiene hoy una población de 19 millones de habitantes, de los cuales 47 por ciento vive en el Distrito Federal y 53 por ciento en los municipios conurbados. De acuerdo con estadísticas recientes del INEGI, existen en el DF más de 2 millones 300 mil automóviles particulares registrados, es decir, unos 39.6 autos por cada 100 adultos, y mil 533 autos por kilómetro cuadrado. Ante el panorama mundial, es imperativo que  tomemos medidas que protejan al medio ambiente. Las alertas de pre-contingencia o contingencia ambiental en la ciudad de México son una señal de lo importante que es que cooperemos ante este problema. Y ante la apatía de muchas de las personas que no se identifican con las cuestiones ambientales (se me viene a la mente el PVEM) se deben tomar medidas como “el gasolinazo” para incentivarlos.

Realmente no es mucho, realmente ocho centavos por litro es un equivalente de tres pesos y veinte centavos por un tanque de cuarenta litros (en mi caso, eso sirve para toda la semana). Pero al año ya es un precio considerable. No debemos espantarnos, los precios no subirán infinitamente, pero ojalá suban lo suficiente para que realmente pensemos dos veces los beneficios económicos, viales y ambientales que esto traería.

Recordaba un ejemplo que dio Sara Sefchovich –socióloga e investigadora de la UNAM- en su columna del Universal: “ante el gasto de ir a un concierto al foro Sol (estacionamiento y gasolina), es muy común que la gente comparta autos o se transporte en camión o metro”. Esos son justamente la muestra que el incentivo económico es una posible respuesta al dilema. Esto ya es una realidad en ciudades europeas donde no sólo no se subsidia a la gasolina, sino que se cobra impuestos especiales a ella. En México el litro de gasolina magna está en 9.20 pesos mientras en Europa los precios del día de hoy (VIII/2011) está en el equivalente de 25.63 pesos mexicanos. Dejemos de espantarnos por medidas en pro de la ecología, en pro de las finanzas públicas, en pro de las vialidades y en pro del país; pero también el gobierno debe entender que estas medidas tendrán que venir acompañadas de nuevas medidas que aseguren la transportación, tal como un precio fijo al transporte público como en el DF: así no habrá problemas para las clases más desposeídas, y al mismo tiempo, no sería un gasto tan fuerte para las finanzas públicas del país.

Dudas y comentarios: @ArturoUgarte
Agradezco a mis compañeros del CIDE por algunas de las ideas en este artículo.  

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