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martes, 12 de abril de 2011

La nueva deuda pública: el Estado de México en campaña 2011


Arturo Ugarte
Estudiante de licenciatura en relaciones internacionales (Westhill)

Cuando pienso en mi querido Estado de México, los pasos de baile de una canción me vienen a la mente. Esa canción que todos conocemos, donde se va para adelante, se va para atrás, a un lado y al otro, pero siempre se acaba en el mismo punto. Las últimas acciones políticas en materia electoral del Estado de México nos dejan -al igual que el baile- en el mismo punto: la ineficiencia, la falta de compromiso, la irresponsabilidad, las faltas de los partidos y la falta de una cultura política.

Un paso adelante

Durante mucho tiempo –expertos dicen que desde Isidro Fabela-, un grupo en el PRI tomó el control sobre el Estado de México. Este grupo se le llamó Atlacomulco, pues la gran mayoría de los integrantes vienen de ese punto o sus inmediaciones. El grupo Atlacomulco ha sido negado en cada cuestionamiento hacia su existencia, pero si bien no están totalmente constituidos, en la práctica son totalmente reales.

El grupo Atlacomulco ha tenido una gran injerencia en la política estatal de PRI en el Estado de México. Los compadrazgos, los favores, la protección –como se le dio a Arturo Montiel cuando lo absolvieron de sus crímenes-, la corrupción generalizada y la gran presión que ejercen, son algunas de las características del grupo; sin embargo, hoy la historia cambia. Hoy el grupo Atlacomulco ha cedido la concesión que tenía en el Estado de México a favor de otros intereses. Hoy el grupo Atlacomulco ha sido exiliado, ha sido neutralizado, ha sido paralizado.

La designación de Eruviel Ávila sobre Alfredo del Mazo ha sido un paso muy importante. Por primera vez en mucho tiempo, los compadrazgos fueron menos importantes que las necesidades de la sociedad. El mejor posicionado es quien competirá, no el mejor aliado. El de mayor apoyo social y no el que pueda comprarlo, como lo hiciera en Huixquilucan y los víveres que se entregaron en el Olivo para acarrear votos. El que viene desde abajo, desde el pueblo y no quien tiene una larga dinastía corrupta dentro del partido. El nuevo PRI –o supuesto nuevo PRI- muestra que sí tiene nuevas cartas, nuevas posturas y que van a utilizarlas.

Sin embargo, también mucho de esto se debe al temor. El miedo a las alianzas. El miedo a las candidaturas comunes. El miedo a perder el control del Estado de México. El miedo de Enrique Peña a perder la candidatura en 2012 e incluso el miedo a perder la presidencia. El miedo que dicen no tener, contradiciéndose con la promulgación de leyes en contra de las candidaturas conjuntas. La actitud vociferante que les hizo perder estados clave. Ese miedo a un movimiento ciudadano limpio, la consulta, que buscaba aglutinar el voto en contra del PRI en una sola vertiente, las alianzas.

Tal vez por eso las descalificaciones. Tal vez por eso se prohibió la participación de funcionarios del estado en la consulta. Tal vez por eso, Eruviel Ávila fue seleccionado como precandidato. Tal vez por eso, la noticia se dio un sábado en la noche para que ocupara los titulares de los periódicos del domingo y opacara a las consultas. Tal vez por eso, la actitud hipócrita de criticar las alianzas y, al mismo tiempo, hacerlas con el PVEM y el PANAL. El PRI, el defensor de los ideales partidarios que se junta con un partido verde que apoya la pena de muerte –que por definición, un partido ecologista no podría apoyarla-. El PRI, defensor de ideales pero que se le olvidan con tal de conseguir más votos. El PRI, que apoya la divergencia democrática, mientras no sea en forma de alianzas en su contra. El PRI, que una y otra vez ha salido a decir que no tiene miedo y hace leyes en contra de las alianzas.

Sin embargo, el paso, por la razón que sea, ha sido dado. El caciquismo de los Atlacomulco ha llegado a su fin, al menos por el momento. Es tiempo de involucrarnos un poco más en los procesos de selección interna de los partidos, porque, al final, somos nosotros quienes votarán por ellos. Es tiempo de hacer un parte-aguas en la designación de precandidatos de los partidos. Hoy vemos que se pueden lograr cosas positivas, como la designación de Eruviel Ávila; sin embargo, la consulta ciudadana iba orientada hacia otros fines, hacia los otros dos partidos.
           

Un paso para atrás, el caso del PRD y del PAN

Durante mucho tiempo los procesos de selección de los posibles representantes ha sido materia de las élites. Siempre nos han dicho “éste es el candidato de este partido”. Pocas veces la sociedad ha sido involucrada en estos procesos. Quien no involucra a la sociedad en estos procesos se equivoca. El PRD y el PAN están muy equivocados.

El domingo pasado se llevó a cabo una consulta ciudadana con respecto a la opinión que tenían los ciudadanos mexiquenses sobre una posible alianza PAN-PRD para las próximas elecciones del Estado de México. Las descalificaciones de las corrientes del PRD no tardaron en llegar; sin embargo, con el apoyo de ciertos líderes morales como Marcelo Ebrard, se hizo la consulta. Desafortunadamente, los partidos políticos no fueron capaces de mover a su electorado para salir a opinar y participar; no tuvieron una participación como se hubiera deseado en la consulta. Las cifras: aproximadamente diez millones de habitantes pueden votar en el Estado de México, un estimado de 250 mil personas salieron a votar y a hacer valer su voz. Alrededor del 2.5% del padrón electoral votó, y de esos, 78% de la población votó por el sí. No se habían dado los resultados oficiales cuando Alejandro Encinas ya estaba haciendo campaña junto con Andrés Manuel López y Marcelo Ebrard (que de un día para otro cambió su postura). Al mismo tiempo, el PAN dio a conocer a su candidato, Luis Felipe Bravo Mena que, según el presidente estatal del PRI, en lo único que tiene experiencia es en perder. A pesar de haber ocupado ciertos altos cargos como embajador y como presidente del CEN del PAN lo cierto es que en su historial jamás ha ganado un cargo de elección popular, es alguien desconocido para el electorado mexiquense.

Esta vez los partidos nos dejaron con una gran deuda. Se dio a conocer que la ciudadanía quería una alianza. Algunos dirán que 2.5% no es un número significativo, otros dirán que es una mezcla pragmática de ideologías. Unos se lamentan de la falta de una alianza mientras a otros les da felicidad (Enrique Peña y el PRI), que cada vez ven más seguro el 2012. Lo que no toman en cuenta es que movilizar a 2.5% del electorado sin los recursos de un partido político, con recursos limitados, sin un instituto electoral que esté detrás de esto, cambia totalmente la escala de medición; haber movilizado a tanta gente es un gran triunfo. Lo que no saben es que las diferentes corrientes que habitan en los partidos y los objetivos que buscan con la alianza, la hacen posible, ya que, al final se unen los votos, y al candidato se le dan opciones más amplias de acción. Lo que no saben es que el único beneficiado si no hay alianzas será el PRI, pues los números no mienten: el PRD y el PAN por si solos no tienen la suficiente fuerza para ganarle al PRI, cada uno necesita la movilización del otro. Lo que no sabe Alejandro Encinas es que no se convertirá en panista si acepta ir por la alianza. Lo que no sabe el PRD es que se equivoca al no tomar en cuenta la opinión del pueblo. Sin embargo, y lastimosamente, López Obrador ya tiene su candidato y, como lo ha demostrado durante los últimos 6 años, sus intereses personales son más importantes que el interés de la comunidad que dice querer representar.

La gente quiere que el PRI se vaya. La gente salió a expresarlo en la consulta. La gente necesita llegar a la alternancia, algo que en una democracia eficaz –como dice Beatriz Paredes “que existe en México gracias al PRI”- sucede. La gente está harta de lo mismo y da ejemplos claros de ello, como por ejemplo Oaxaca y Veracruz. Aún hay tiempo, aún se puede hacer una alianza ciudadana competitiva y real. Si no, podemos movilizarnos para exigir que seamos tomados en cuenta. Si no, tenemos la opción del voto nulo para manifestar el descontento. Porque si no se nos tomó en cuenta en este proceso limpio y ciudadano para emitir una opinión, ¿qué nos garantiza que nos tomen en cuenta una vez que ya hayamos votado? El PAN y el PRD aún pueden enmendar su error. Esperemos que así sea, para que cuando una persona como yo piense en su estado, el Estado de México, no se le venga a la mente solamente los pasos de un baile, sino la grata imagen de un estado democrático.

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