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lunes, 25 de abril de 2011

Medios y opinión pública

Estudiante de licenciatura en relaciones internacionales (Westhill)

Creo que hablo a nombre de todos en este blog al ofrecer mis condolencias a la familia de Javier Sicilia y a todas las familias que han perdido a un ser querido en esta batalla contra el crimen organizado. Como individuo, entiendo la desesperación que trae la perdida de un ser querido, no lo perdí a manos del crimen organizado; sin embargo, creo saber la desesperación y frustración de no poder hacer nada para solucionarlo, creo conocer la ira hacia el responsable, creo conocer el enojo hacia las personas que pudieron evitarlo, y no lo hicieron.

La estrategia de Felipe Calderón en contra del narcotráfico ha sido cuestionada y repudiada desde el inicio. Muchas personas no entienden el problema contra el que se enfrenta el gobierno; sin embargo, hablan y vociferan como si ellos tuvieran las respuestas. No me preocupan esas personas, lo que sí me preocupa es el papel que están jugando los medios de comunicación e incluso nuestros intelectuales.

Los medios de comunicación, hablando específicamente de las televisoras, que son las que tienen mayor cobertura, se comprometieron a revisar el papel que están jugando en la guerra contra el narcotráfico. Suscribieron el “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia” (1), entre los puntos que destacan son: la postura en contra de la violencia , lo cual, no significa en ningún momento estar a favor del presidente; no convertirse en vocero involuntario del crimen organizado, es decir, acabar con la cultura del narco que está creciendo entre la población –aún recuerdo las narcoplayeras vendiéndose-; dimensionar adecuadamente la información, que significa no sacar la información del contexto o presentarla de forma exagerada; atribuir responsabilidades explícitamente, lo que significa, estar al pendiente del resguardo de los derechos humanos; y desde mi punto de vista uno de los más importantes, el no prejuzgar culpables, lo que significa que se debe respetar la presunción de inocencia.

Por un lado, esto no es una alineación con la estrategia de Felipe Calderón; sin embargo, representa un paso importante. Citando a Jorge Chabat (2), el presidente primero debe ganar la guerra contra la opinión pública para poder ganar la guerra en contra del crimen organizado, y esta medida, ciertamente, ayudará a lograrlo. Con esto, nos acercamos un poco más a tener medios de comunicación comprometidos con la noticia y no con los tintes amarillistas que se puedan obtener, comprometidos con el profesionalismo y no con las ganancias, comprometidos con el análisis profundo y no con la critica fácil, comprometidos y aglutinados en un objetivo común, y no cada quien por su lado con su agenda política, ya que, al final, este tema nos concierne a todos y todos deberíamos buscar el mismo objetivo: ganar la guerra. Esperemos que no sean solamente buenas intenciones y exijamos que se cumplan los objetivos planteados. ¿Cómo? Cambiándole de canal, revisando medios alternativos como el radio, los periódicos o el internet, y sobre todo, revisando analíticamente los informes del presidente Felipe Calderón y sus secretarios de estado y procuradores, porque recordemos que en 2010, en los diálogos por la seguridad, los medios ya se habían comprometido a llevar a cabo acciones como estas, que al final no se concretaron. (3)

Por otro lado, son sorprendentes las declaraciones de ciertos intelectuales, cuya labor debería ser mostrarnos el camino, en vez de pavimentarlo para ellos mismos. Con tristeza uno lee el artículo de Javier Sicilia en la revista Proceso (3/IV/2011) comparando a los políticos con los criminales, después, haciendo declaraciones como “pactemos con el narco” (4). Estoy de acuerdo con algunos puntos expresados en la carta, muchos mexicanos ya están (estamos) hartos de la violencia; sin embargo, ¿pactar con el narco? Si no se está ganando la batalla de una manera contundente, entonces ¿debemos permitirlo? Me pregunto, ante delitos de fuero común, si no podemos evitar los secuestros, por ejemplo, ¿debemos entonces dejar que se sigan cometiendo? ¿no sería mejor apoyar a quienes están tratando de resolverlo? Y es que, ¿dónde quedan nuestras obligaciones ciudadanas como la denuncia? Recordando el caso del metro Balderas (5) ¿por qué ninguna de las personas ahí presentes hizo nada al respecto? [ dejo el link del video donde se puede apreciar perfectamente (6)] ¿Cómo es posible que la gente en Apatzingán se manifieste a favor de la “familia michoacana? (7).

He aquí el problema de México, la gente no se involucra, citando a José María Aznar, ex presidente de España, “hay que pasar de una participación pasiva a una participación activa”. La ciudadanía hoy se deja manipular por los medios y, en gran parte, solamente duplican opiniones sin siquiera hacer un análisis de ello. Prueba de esto es, por ejemplo, la legalización de la droga. Muchos intelectuales han polarizado al país con argumentos poco sólidos. Se han basado en la lógica y no en las cifras que manejan organizaciones como la ONU. Han dado como ejemplo histórico la legalización del alcohol en EEUU en 1933, pero se les olvida mencionar que ello no redujo a las personas que ingerían alcohol, las aumentó; tampoco mencionan que ello no acabó con las mafias italianas y judías, sino que las llevó a otros campos de la delincuencia organizada. Así como este, abundan los ejemplos de las posibles soluciones que los intelectuales y los medios han difundido para acabar con el conflicto; sin embargo, citando a León Tolstoi, es más fácil escribir diez libros con principios filosóficos, que poner en práctica uno solo de esos principios.

Como menciona Jorge Chabat en el Universal, todos tenemos nuestra versión de lo que pasó con la niña Paulette, todos tenemos nuestras propias teorías sobre lo que le pasó al avión de Juan Camilo Mouriño, todos tenemos nuestra opinión sobre el supuesto alcoholismo de Felipe Calderón. Todos opinamos sobre Diego Fernández y su secuestro. Todos opinan de todo y pocos realmente son los que se informan. Debemos terminar con el deporte de repetir opiniones y pasar a la obligación ciudadana de analizar evidencias. Cuando se voltee la cifra, cuando como sociedad civil estemos informados y hayamos analizado la información, entonces, habremos dado el mejor paso hacia la solución del conflicto, no sólo del narcotráfico, sino de todo lo que nos aqueja. 

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